domingo, 9 de noviembre de 2008

Juanito Candia, legendario entrenador de boxeo


Hasta el último round

Alí, ‘Sugar’ Ray, Holyfield, Tyson o Lewis son nombres que están en la retina del mundo. Sus peleas son seguidas por millones de fanáticos mientras en nuestro país nos estamos acostumbrando a presenciar derrotas o peleas entre ‘paquetes’. A continuación el hombre que lucha para que este deporte no muera. ¡¡¡¡En esta esquina!!! Juan Candia.

Dieeez!!! grita Juanito a sus pupilos, señalando los segundos que faltan para finalizar el round de entrenamiento. Sus alumnos lanzan toda la artillería contra los sacos y pushing balls del precario patio del gimnasio Leme de Viña del Mar, donde entre respiraciones entrecortadas, sudor y cansancio, generaciones enteras de colegiales, universitarios, oficinistas y extranjeros han aprendido el arte del defenderse con los puños.Con 76 años de edad, es la versión chilensis de ‘Micky’, el entrenador de Rocky en la película de Stallone... si hasta se parece. Ñato y con un par de dientes menos, pudo haber sido arquero - ‘tuve mi minuto de gloria pese a mi tamaño en Wanderers’ - pero el cuento de los combos siempre le gustó. Nacido en Cauquenes, Juan Candia empieza a boxear en 1949, a los 19 años, inicio tardío para un púgil. ‘Debuté recién casado, con apenas una semana de entrenamiento y después de estar enfermo. Los apostadores daban mil a uno contra mía, gané por KO en el segundo round’. A los 15 años llega a Valparaíso. Tenía un íntimo amigo que era fanático del boxeo, un ex púgil, Agustín Vergara (QEPD, como casi todos los referentes de Juanito) que le dijo que tenía condiciones para el boxeo. ‘Fu e ahí cuando me metí a mis primeros campeonatos… claro que cometí el error de empezar con los veteranos siendo un novato sin experiencia, peleando en una categoría que no era la mía. Yo soy mosca (50 kilos) y combatía con gallos (54 kilos) por lo que pese a sacar buenos resultados, no brillé lo esperado’. El ñato Candia peleó por seis años en forma constante en distintos campeonatos que abundaban en el puerto de la época. En paralelo trabajaba en zapatería, ‘tenía un taller en la calle Clave pero vivía metido en el gimnasio, me encantaba entrenar y la vida se va haciendo en torno al gimnasio’. De hecho Juanito aún mantiene dos actividades, entrenando y vendiendo bolsones en un puesto de la caleta Portales, por lo que su rutina empieza inalterablemente a las seis de la mañana.

¿Que opinaban sus padres de su afición?

Adriana, mi madre, me llegó a decir un día que me daba el triple de lo que me daban por combate para que no peleara. En ese tiempo las pagas no eran malas… no se podía vivir de ellas, pero ayudaba bastante.Candia dejó de boxear a los 33 años, no tanto por la edad, porque ‘siempre fui ordenado – no fumo ni tomo – sino por que no podía dedicarme sólo al entrenamiento sino también a mi negocio’. En esos años debutaba como profesional, y en su peso no habían muchos luchadores, por lo que no compensaba económicamente el reducido número de combates. Al año, nuevamente volvería a los cuadriláteros, esta vez como técnico. ‘Un ex apoderado mío, me incentivó a enseñar, ya que mi mayor destreza en el ring era la planificación inteligente de mis peleas. Actualmente he hecho seis cursos de entrenador de boxeo a través de la Federación Nacional. El último curso lo dictó un cubano que anduvo capacitando con toda la experiencia amateur que tiene la isla. En éste último obtuve el cien por ciento de la calificación’.

Empezó como DT del club de barrio ‘Valparaíso Atlético’, luego de la selección d e Valparaíso y después regional. ‘Siempre iba con mis pupilos al Caupolicán con preliminares amateur, por lo que me conocían y sabían mis pergaminos’. Fue de esta forma que lo convocan para ser entrenador de la selección nacional amateur el año 1965, viajamos a Buenos Aires y sacamos muy buenos resultados, después vino la selección peruana y les ganamos dos veces’, dice con orgullo.

¿Cómo era la actividad pugilística en Chile?

Extraordinaria hasta los años setenta, había boxeo en los barrios, en las empresas, en las Universidades, con veladas todos los fines de semana. Valparaíso era una plaza muy interesante, con muy buenos exponentes.

¿Y qué hecho produce la debacle de este deporte?

Para mí, la televisión. Se empiezan a trasmitir peleas de múltiples títulos en Estados Unidos, que la gente podía ver en la comodidad de su casa. Eso alejó a la gente de las jornadas de boxeo. Los empresarios dejaron de poner plata en el boxeo local y de esa forma era imposible sostener la actividad. Los cabros preguntaban porque seguían interesados en pelear, pero no había con qué. El boxeo murió, y eso es a nivel mundial. Buenos Aires que era la mejor plaza latinoamericana, esta muerta para el boxeo. La Federación y las Asociaciones locales existen sólo nominalmente. Yo he intentado levantar el boxeo tres veces, pero ya veo que es imposible.

¿Cual ha sido su mejor pupilo?

Han sido muchos los buenos y seguro que se e escapan nombres, pero voy a hacer un resumen justo. Jorge Barcia, que murió el año pasado...Guillermo Velásquez extraordinario, campeón de Chile, campeón Sudamericano. Juanito y Sergio Villouta, Oscar Huerta, y ahí paro porque la lista sigue.

¿y el mejor púgil en la historia de Chile?

Lo más grande entre grandes, Antonio Fernández, ‘Fernandito’, nadie se ha comparado con él. Godfrey Stevens – que era una ma ravilla – no le llega ni a los talones. Fue a Estados Unidos y le pegó a los mejores, ¡y a los 32 años! Por algo le decían el eximio. Usaba un peinado con gomina, y al terminar sus peleas siempre quedaba igual, no se despeinaba.
¿Se encuentra satisfecho como para colgar los guantes?
Completamente satisfecho, pero tu me ves, aquí sigo sin colgar los guantes acogiendo a quienes quieran aprender. Todavía tengo esperanzas de ver nacer a una nueva estrella. Son muchos los que vienen para estar en forma y se enamoran un poco de este deporte, porque templa a la persona. Es triste ver como un deporte se extingue. Ahora hay mucho entusiasmo por otras artes marciales, pero este deporte, se ha quedado sin carbón parea fogonear, y creo que su carácter humilde – pese a que gran parte de los alumnos de Juanito son estudiantes de colegios particulares y universidades privadas - puede tener relación con el fin del boxeo competitivo nacional.

Renzo Dinali

sábado, 4 de octubre de 2008

Benedicto Villablanca: "Siempre me he sentido el primer campeón del mundo chileno"

El ex boxeador recuerda con nostalgia el 5 de junio de 1982, cuando recibió el cinturón que lo acreditó como monarca universal, el mismo del que 20 días después fue despojado en un polémico fallo.

La historia cuenta que el 5 de junio de 1982 Benedicto Villablanca se transformó en el primer chileno en coronarse campeón mundial de boxeo luego de derrotar por nocáut técnico al puertorriqueño Samuel Serrano. Sin embargo, ese mismo episodio, como muchos en el deporte nacional, tiene un triste final: 20 días después la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) decidió quitarle el cinturón al deportista nacional.

Cooperativa.cl conversó con Villablanca y el ex púgil liviano junior no dudó en asegurar que él fue el primer chileno en ser monarca a nivel universal en el deporte de los puños.

"Fue una noche feliz. Había logrado lo que nadie había logrado en el país: el primer título mundial y después vinieron cosas extradeportivas donde se me quitó el título en Puerto Rico", recordó con nostalgia desde su hogar en Melipilla.

La pelea se disputó en el Teatro Caupolicán, un recinto que estaba lleno de chilenos apoyando al representante nacional, quien llegó en su mejor forma para cumplir un sueño que no pudieron materializar Estanislao Loayza (1925), Alejandro Romero o "Routier Parra" (1928), Simón Guerra (1930), Arturo Godoy (1940 y 1943), Alberto Reyes (1954), Godfrey Stevens (1970) y Martín Vargas (dos veces en 1977, 1978 y 1980).

En el undécimo asalto, el árbitro Jesús Celis levantó el brazo de Villablanca, quien se convertía en el primer campeón mundial de boxeo de Chile, pero el título sólo duró algunos días, porque los dirigentes de la AMB le quitaron la corona al achacarle un supuesto cabezazo que habría obligado a Serrano a caer en nocáut técnico.

"Ese día tuve un combate de 11 cerrados rounds con Samuel Serrano de Puerto Rico y después que me declararon campeón del mundo, llovía bastante. Yo decía que hasta Dios lloró porque un chileno había ganado un título del mundo", relató Villablanca.

El ex púgil y actual funcionario de la policía de Investigaciones continuó: "La pelea fue durísima con un rival como Serrano que era 10 ó 15 centímetros más alto que yo, con más alcance de brazo, pero el hombre no esperó que yo estuviese tan bien preparado para pelear el título mundial. Estaba al ciento por ciento de mi preparación física".

Su voz cambió al momento de analizar el polémico fallo que después le quitó el cinturón: "Fue un día domingo, en un escritorio, en una oficina donde había cuatro chilenos y tres puertorriqueños. Los chilenos no pudieron defenderme y me quitaron el título".

"No sabían la bravura que tenía"

Villablanca confía en ser reconocido como el primer chileno en haberse coronado como campeón mundial. "Yo peleé un título mundial arriba del ring y me lo quitaron en un escritorio. El fallo fue por nocáut técnico. El árbitro jamás anunció que había un foul dentro del combate así que la pelea era legal, porque se ganó un título mundial, porque te levantaron la mano y te colocaron el cinturón", dijo.

"Les di una sorpresa porque no sabían la bravura que yo tenía para combatir", sentenció.

Respecto a los días en los que fue campeón mundial, Villablanca comentó que fueron espectaculares y que se transformó en el centro de la noticia.

"Toda la prensa andaba detrás mío, no me dejaban dormir. Mi vida privada era un desconcierto, igual que las estrellas que hay ahora en el país", contó.

"Estoy muy tranquilo, porque tengo una vida privada tranquila, y quizás haberme quitado el título fue para mejor. Siempre he dicho eso, porque a lo mejor no estaría como estoy ahora, aunque yo siempre me he sentido el primer campeón del mundo", agregó.

El ex boxeador rememora que en su ciudad natal la noche que se consagró campeón se vivió una fiesta. "La primera noche me querían dejar en Santiago -narró- y yo me quería venir a Melipilla porque había un carnaval inmenso. La gente estaba arriba de camiones desnuda. En el peaje estaba repleto, la Municipalidad... y quedan muchos recuerdos bonitos y todo eso queda en la retina después de 22 años de haber logrado un título mundial".

Después de Villablanca vinieron otros peleadores que buscaron el título mundial como Juvenal Ordenes, Benito Badilla, Cardenio Ulloa y Carlos Ariel Uribe. Sin embargo, ninguno puede decir que fue campeón del mundo, al menos por unos días.

Otros, como Carlos Cruzat, Alli Gálvez y Bernarndo Mendoza sí lograron el cetro, pero no consiguieron el reconocimiento de Villablanca debido a la escasa legitimidad de las asociaciones por las que pelearon.

Ficha de Benedicto Villablanca

Benedicto Antonio Villablanca Estrada nació el 13 de julio de 1957 y debutó en el profesionalismo el 23 de enero de 1976 contra Luis Conejeros, a quien derrotó por puntos.

Campeón de Chile el 8 de abril de 1978 (venció a Roberto Díaz por nocáut técnico).

Disputó el título sudamericano el 19 de enero de 1979 con el chileno Víctor Echegaray (perdió por nocáut).

Campeón Latinoamericano el 7 de agosto de 1981 (venció al peruano Luis Bendezu por puntos).

Campeón mundial de la Asociación Mundial de Boxeo el 5 de junio de 1982. Venció a Samuel Serrano de Puerto Rico por nocáut técnico en el undécimo asalto, pero fue despojado del cetro.

Disputó el título mundial de la Asociación Mundial de Boxeo el 17 de agosto de 1983 con Roger Maywater y perdió por nocáut en el primer asalto.

Héctor Uribe D.
11/04/2005

miércoles, 3 de septiembre de 2008

A todos les decía: "Amigos para siempre"

Ricardo Araneda, Boxeador en Barcelona 1992 y Atlanta 1996.

"Antes de mis primeros Juegos Olímpicos, los de Barcelona '92, me fui a entrenar a Cuba. Allá es la universidad del boxeo, y tuve una muy buena preparación. Trabajé duro y eso me permitió ganar mi primera pelea ante un uruguayo, pero en la segunda perdí con un coreano, y me tuve que despedir del torneo. Igual fue lo máximo, lo pasé muy bien y compartí mucho con Sebastián Keitel, Bárbara Castro y Gert Weil, entre otros. "
"Me gustó mucho todo, porque es uno de los pocos momentos donde el país se une en torno al deporte. Haber estado ahí fue inmenso. Andaba a todos diciéndoles: "Amigos para siempre". Pasaba alguien y le decía eso, sobre todo a las niñas bonitas. Era como mi carta de presentación, y me sirvió bastante para repartir abrazos y besos a mujeres de todas las delegaciones."
"Después vino Atlanta, en 1996. También me preparé en Cuba, donde estuve seis meses, aunque reconozco que me terminó matando la nostalgia. Al final estaba muy bien en lo físico, pero mentalmente quedé hecho un desastre porque quería ver a mi familia. Creo que eso me perjudicó."
"Ahí también hice algo similar con lo del saludo, pero no tan descarado como cuando estuve en Barcelona. Fue más calmado. Eso sí, disfruté mucho de otras cosas en la Villa Olímpica, donde tenía de todo. Una vez fui a comer, pedí papas fritas y resulta que eran manzanas verdes con mayonesa. Después de esa anécdota me aseguré, e iba a cualquier punto donde dijera "chicken", porque sabía que comería pollo. Aún mantengo fotos, recortes de diarios y algunos recuerdos de mis actuaciones en esos dos Juegos Olímpicos, para que mis hijos algún día sepan lo que hice.
Martes 12 de Agosto del 2008

lunes, 4 de agosto de 2008

Renace el titán iquiqueño

Bernardo Guerrero lanza biografía del boxeador Estanislao Loayza Aguilar.

El sociólogo, académico e investigador de la Universidad Arturo Prat, además de columnista de Nuestro.cl, Bernardo Guerrero, acaba de lanzar el libro: "Más duro que el Tani. Biografía de Estanislao Loayza Aguilar". Se trata de la historia del primer boxeador chileno que en 1925 en Nueva York, disputó una corona del mundo, en la categoría peso liviano y que trágicamente perdió, luego de que el árbitro lo fracturara al propinarle un pisotón. Es la semblanza del patriarca de una dinastía que le dio varios triunfos al deporte nacional. Según Guerrero "un héroe deportivo y cultural, un modelo de comportamiento" que, para orgullo del autor y de sus conciudadanos, fue un ilustre iquiqueño.

El libro "Más duro que el Tani. Biografía de Estanislao Loayza Aguilar" es fruto de cinco años de investigación del sociólogo iquiqueño, doctorado en Ciencias Socioculturales, académico del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Arturo Prat de dicha casa de estudios, Bernardo Guerrero. El autor, también columnista de Nuestro.cl, es uno de los más prolíficos y dedicados investigadores y comunicadores de la cultura nortina de nuestro país. En gran cantidad de estudios y publicaciones, aborda múltiples aspectos de la idiosincrasia, el patrimonio, la historia y el presente de Iquique. En 1890 fundó el Centro de Investigación de la Realidad del Norte (CREAR), entidad que busca hacer un aporte sustantivo al desarrollo e identidad cultural de la región de Tarapacá.

Ya antes, Guerrero había incursionado en la investigación deportiva con el libro A favor del viento. Maestranza Foot-Ball Club. Historia de un Club Deportivo. 1905-2005. "Me interesa el tema de la memoria en su más amplia acepción. No sólo la política, sino también la memoria popular y en ésta, la deportiva. Siento que la memoria larga del deporte chileno no se cultiva. Y esto es, en parte, por falta de investigaciones de tipo histórica. Más duro que el Tani. Biografía de Estanislao Loayza Aguilar debe ser visto en esta perspectiva", afirma Guerrero.

En esta ocasión el afán del investigador fue desentrañar la historia de uno de los inspiradores del slogan "Iquique, tierra de campeones", y a la vez, paradojalmente, de quien inaugurara la historia de la fatalidad del deporte chileno. Uno de los máximos exponentes del mito según el cual, justo antes de que el deportista alcance el triunfo, ocurre un infortunio que lo aleja de los primeros lugares y de los esperados oropeles.

Para llevar a cabo su investigación, Guerrero entrevistó a la esposa de Estanislao Loayza, Amanda Nieto y a su hija del mismo nombre. Además, revisó la prensa norteamericana y chilena de la época, especialmente las revistas nacionales Los Sport y Estadio. El libro que tiene más de doscientas fotografías del púgil en Iquique, Buenos Aires y Nueva York, se complementa con un DVD que contiene un documental de 18 minutos, donde aparecen el combate que sostuvo con Phil Mac Graw en 1926 en Estados Unidos por el título mundial. En la filmación, entregada por su viuda hoy fallecida, se aprecia la destreza del púgil nacido en el barrio El Matadero en 1905.

Para Guerrero, la publicación de esta biografía constituye una reivindicación de la figura del titán iquiqueño: "El Tani es el ejemplo de un hombre humilde, hijo de matarifes que encuentra en el boxeo, una forma de movilidad social. Es un personaje épico que vive en la memoria de los viejos, pero que los jóvenes desconocen, un héroe deportivo y cultural, un modelo de comportamiento".
Casi… casi… Stan

Para ganarse la vida Estanislao siguió el mismo oficio de su padre. Siendo matarife a los 14 años comenzó a practicar activamente en el box. Lo descubrió el mánager Louis Bouey, quien lo instó confiado en el tesoro que el joven tenía en sus manos. El mismo Bouey fue quien después descubrió a otro gran boxeador: Arturo Godoy. Seguro de que no era necesario demostrar su capacidad en Santiago, a los 20 años Loayza abandonó su ciudad natal en el vapor Teno y se fue directo a Estados Unidos. Es por esto que Guerrero lo considera "el primer regionalista". Pronto la prensa norteamericana comenzó a referirse al al Tani como Stanley, apodándolo con el diminutivo de Stan.

Su forma de combatir le valió la admiración del mismísimo Al Capone, quien lo invitó un par de veces a almorzar, debiendo aguantar el rechazo del púgil. En una pelea, no le quisieron pagar al Tani, y el mafioso neoyorkino intercedió para que le cancelaran lo adeudado. Es más, se dice que cuando el deportista iquiqueño estuvo en el hospital, después de la pelea más importante de su vida, Al Capone lo habría ido a ver.

Luego de una seguidilla de exitosos combates frente a destacados boxeadores estadounidenses, italianos, cubanos y mexicanos, sin haber sido nunca campeón nacional de Chile, el 13 de julio de 1925 en el Madison Square Garden de Nueva York, el boxeador enfrentó al norteamericano de 25 años, Jimmy Goodrich por la corona mundial de la categoría peso liviano.

En el primer juego, el chileno fue un "vendaval", como relató la revista Estadio. En el segundo round, ambos contendores quedaron amarrados, debiendo separarlos el árbitro. Al hacerlo el referí Gumboath Smith, ex peso pesado -se cuenta que pesaba más de 100 kilos-, pisó un pie del Tani y le fracturó el tobillo. Pese al dolor, el bravo iquiqueño quiso seguir combatiendo, pero le fue imposible. No podía afirmar el pie y se caía. El árbitro declaró un nocaut técnico, perdiendo así el boxeo chileno la posibilidad alcanzar un título mundial.

Se dice que el referí lo hizo de forma intencional. Otra versión indica que la zapatilla de Loayza se enredó en una saliente de la lona y eso fue lo que le provocó la fractura. En una entrevista publicada en Las Últimas Noticias, Bernardo Guerrero dice preferir la versión del pampino: "Yo me quedo con lo que dijo el mismo Tani, quien aseguró en vida que fue un terrible pisotón del árbitro".

Tras retirarse de los cuadriláteros, el Tani regresó a Chile en 1936. Fue profesor de boxeo de la Fuerza Aérea de Chile y posteriormente ingresó al Servicio de Prisiones, donde jubiló como suboficial mayor. Falleció en Santiago el 15 de mayo de 1981. Es el único chileno que ocupa un lugar en la Galería de Astros del Madison Square Garden de Nueva York. Sus sobrinos: Humberto, Mario y Ruben también se dedicaron con éxito al boxeo.

Según Bernardo Guerrero, la vida de Estanislao Loayza infunde en los jóvenes valores como la perseverancia, el amor propio, el orgullo y la humildad. "Este es quizás el rasgo más sobresaliente. Más duro que el Tani es la síntesis del amor propio, el deseo de no claudicar. Y sobre todo de no olvidar sus orígenes".

- ¿Considera que Tani Loayza ha recibido el merecido reconocimiento por parte de los iquiqueños y del resto de los chilenos?

"No siempre. La sociedad chilena, que no tiene memoria a largo plazo, olvida a sus héroes deportivos. Pero mientras haya un viejo iquiqueño que cultive la buena memoria, habrá Tani para rato. La idea de este libro es poner en la memoria a este personaje. Para eso sirven los libros…".

Más duro que el Tani. Biografía de Estanislao Loayza Aguilar
Editorial: El Jote Errante y Ediciones Campvs.
Archivo fotográfico: Familia Loayza
Diseñador: Ricardo Díaz Quezada
Lugar de venta: www.cedep.cl
Valor: $ 10.000

Paula Fiamma
Abril 2008

lunes, 14 de julio de 2008

Godfrey Stevens: Una reliquia del deporte

El ex boxeador chileno está radicado en Australia...

Godfrey Stevens es una persona que no necesita presentación. Ídolo de los chilenos en la década de los 60 y 70 y con una historia que muy pocos pueden contar.

Su padre, de origen inglés y su madre chilena, de la ciudad de Iquique, lo inscribieron en el año 1951 en el famoso club México de Santiago para que aprendiera a pelear y a defenderse de los niños del barrio que le pegaban para arrebatarle los juguetes que su abuela le enviaba desde Inglaterra.

Allí, casi sin quererlo, empezó su carrera boxeril que lo llevó a ser campeón de Chile en 1963 (en la categoría pluma, con 57 kilos y 125 gramos) y campeón sudamericano en 1967. El 8 de febrero de 1970, viaja a Tokio a disputar la corona mundial frente al japonés Shozo Saijyo, mientras Chile entero sintonizaba los aparatos de radios para escuchar y seguir el combate boxeril y desde la distancia, sentirse juntos a él y expresarle así, la profunda admiración que sentían por el campeón chileno.

Tuvimos la oportunidad y el privilegio de conversar con Godfrey en su casa en Canberra, donde vive desde el año 1986, después de una corta estadía en el suburbio de Manly en Sydney. Allí nos contó su historia; le hicimos preguntas, pero sobre todo, - debo confesar -, me encontré con un hombre de una gran riqueza humana y de una profunda paz interior. Ello me permitió sentirme cómodo desde el primer momento y saborear sus triunfos, contados con pasión, como si éstos hubieran sido míos.

- ¿Cómo definiría usted a Godfrey Stevens?
Persona normal, con defectos que trato de superarlos; católico y con grandes aspiraciones. Daría mi vida por sus ideas aunque ellas no sean las mías.

- ¿Cómo empieza la carrera boxeril de Godfrey Stevens?
Bueno, en el club México me entusiasmé con el boxeo. Hice como 40 peleas como aficionado, antes de pasar a ser profesional. Cuando hacía mi servicio militar en 1956, fui campeón de la 2da. División del Ejército y vice-campeón de la olimpiada militar. En el año 1960 pasé a ser profesional, en la categoría pluma, y sostuve más 80 peleas. De ahí, como usted sabe, fui campeón chileno y sudamericano, llegando a disputar la corona mundial en Japón.

- ¿Por qué dejó Chile? ¿Cuál es la razón de llegar a Australia?
Era algo que venía pensando mucho tiempo antes de venirme. El gobierno de la Unidad Popular me trató mal, pese a que conocí personalmente a Salvador Allende y recibí de él felicitaciones por mi carrera boxeril. Fui hostigado y tratado de momio, cuando en la realidad yo era simplemente un deportista.
En el gobierno militar aconteció lo mismo. Me pusieron la aplanadora. Era tratado de izquierdista porque reclamaba por la libertad. Yo era deportista y quería vivir al margen de los acontecimientos políticos. La libertad era para mí algo fundamental en las relaciones sociales. No me entendieron y entonces decidí venirme.

- ¿Además de la actividad deportiva que hacías en Chile?
Yo trabajé 14 años en Empresa de Transportes del Estado y luego un tiempo en Cerro Blanco, en Polpaico. En 1960, cuando empecé a ser profesional en el boxeo, puse un pequeño negocio de venta de televisores y línea blanca, que vendía a sindicatos de trabajadores para que pagaran menos intereses de lo que pagaban con los negocios grandes.
Cuando los sindicatos fueron disueltos por el gobierno militar, yo tuve que terminar mi negocio y tuve que empezar de nuevo. Con la platita que tenía empecé de a poco a comprar autobuses de transporte. Llegué a tener tres en la línea Colón-Oriente. Las presiones, cada vez más fuertes e inaguantables y los deseo de darle una mejor vida a mis hijos, me llevaron a tomar la decisión de venirme a Australia.

- ¿Hubo choque cultural al llegar a este país?
Realmente no. Yo había viajado mucho y para mi no era extraño llegar a otro país. El choque que tuve fue ver a mi comunidad chilena hecha pedazos en Canberra. Sin unidad y con un desquiciamiento de unos a otros inconcebible. Habiendo tanta gente preparada, no he logrado entender el estado en que se encuentra nuestra comunidad.

- ¿Ahora que el gobierno ha lanzado la idea de la Región del Encuentro (XIV Región de Chile), qué piensas al respecto?
Que debe ser un esfuerzo mayor de parte de los chilenos que vivimos en el extranjero, que del gobierno de Chile. La idea es beneficiosa por el aporte que podemos hacer. La idea necesita mayor claridad. Me molesta que vengan delegaciones de funcionarios desde Chile a gastar dinero de los chilenos en cosas que no conducen a nada.
Aquí, en Australia, hay gente capaz que puede hacer estas cosas sin que signifique tanto gasto para el país. Este proyecto de integrar a los chilenos y vincularlos a Chile, debe ser algo serio, reflexionado y las decisiones que se tomen deben llegar hasta el último.

- ¿Podrías hablarme de tu familia?
Bueno yo me casé con Luisa Aída Maldonado hace 41 años. Yo tenía 21 años y Luisa 18. Tenemos cinco hijos, en este orden: Catherine, Constance, John, Paul y Alexander. Tenemos 12 nietos y vivimos una relación de unidad muy grande. Mi hijo menor, vive en Japón y está casado con una japonesita. Somos felices y todos luchando por la vida. Soy un hombre feliz con mi familia.

- ¿Como te ha tratado Australia?
Bien. Estoy contento en este país. Nos ha tratado bien. No me puedo quejar. Trabajé haciendo limpieza en oficinas y estuve por 9 años a cargo de un edificio. Hoy estoy retirado, pero no jubilado (se ríe).

- Para terminar esta entrevista, ¿podría contarnos la caída que tuvo en el ring frente a Shozo Saijyo que te costó el título mundial?
Sí, esto se lo conté hace poco a un periodista chileno el año pasado en Chile. El no me botó, yo me resbalé. Se produjo un efecto óptico, ya que justo en el momento que me caigo una mano de Saijyo cruzaba mi cara, pero nunca me tocó. El juez no me creyó y me marcó cuenta de protección, lo que me perjudicó y perdí.

Por Gustavo Mártin Montenegro
Canberra - Australia
http://www.chile.com/

lunes, 2 de junio de 2008

Julio de 1973, Calderón: Hazaña del boxeo chileno en Cuba

Fue definido como “el campeón olvidado”. Y es que Lilfonso Calderón, de entonces 19 años, alcanzó a fines de julio y comienzos de agosto de 1973 uno de los mayores logros del boxeo chileno en su historia: ganar la medalla de oro de peso gallo en el afamado torneo “Giraldo Córdova Cardin”, de Santiago de Cuba, por su jerarquía un verdadero torneo mundial amateur.

“Es que cuando volví, en Pudahuel no me esperaba nadie. Ni siquiera un dirigente de la Federación. Eran tiempos duros. No había movilización, no había taxis. A esas alturas, el golpe de Estado en contra de Salvador Allende se olía en el aire. Creo, incluso, que muy pocos se enteraron de mi logro”, señala hoy, casi 33 años después, Calderón.
Recuerda el ex boxeador: “En los primeros meses de 1973 vino a Chile una selección cubana. De todos los que combatimos, los únicos que ganamos aquella vez fuimos Germán Pardo y yo. Por eso, cuando llegó la invitación para competir en el “Gerardo Córdova Cardin” nos seleccionaron a los dos, más Julio Medina y Angel Poblete. Recuerdo que esa vez don Renato González, afamado periodista de boxeo, me dijo que no me confiara. Me aclaró: “Mire, Lilfonso… Acá a Chile los cubanos mandaron un equipo categoría D o E. En cambio, allá van a pelear los mejores”.

Era cierto. El torneo, que hasta hoy se sigue realizando en homenaje al joven boxeador que murió peleando junto a Fidel Castro en el asalto al Cuartel Moncada, consultaba la participación de nueve países del entonces Este europeo (fortísimo a nivel aficionado) y de las nueve provincias cubanas, todas con equipo completo.

“Sí, era ver un campeonato del mundo. Pardo, Medina y Poblete cayeron en primera ronda. A mí me tocó debutar frente al cubano Ramón Pérez Moya, que pegaba como mula. En el primer round vi venir el golpe y me cubro, pero el impacto atravesó el guante y me derribó violentamente. Nuestro entrenador, don Emilio Balbontín, al borde del ring, hundió la cabeza en la lona. Debe haber pensado que hasta ahí no más llegábamos”.

Pero Lilfonso Calderón se recuperó, siguió peleando y su superioridad fue tanta que los jurados tuvieron que darlo como ganador. En segunda ronda venció al también cubano Alberto Martínez y en semifinales a Alberto Pérez, otro cubano que, una semana antes nada más, le había dado una paliza a Orlando Martínez, medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Munich 1972. Sin embargo, esa victoria le costó cara al peleador nacional.

Cuenta: “Quedé con la mano derecha a la miseria. Incluso me tomaron radiografías, porque pensamos que podía tener una fractura. Por suerte no era eso, pero para calmar el dolor tenían que meterme tres inyecciones de novocaína en los nudillos. Don Emilio me propuso no pelear la final. Según él, ni con las dos manos buenas le podía ganar a Manuel Parodi, un cubano zurdo que realmente era espectacular. Yo rechacé la idea. Mi sueño era ganar la medalla de oro, el primer paso para otros sueños mayores, como representar a Chile en los Panamericanos que estaban programados para 1975, en el país, y luego en los Juegos Olímpicos de Montreal de 1976”.

Ganó en forma brillante y el público cubano reconoció su triunfo vitoreándolo de pie. Pero no pudo alcanzar sus metas. Nadie valoró su éxito y después del 11 de septiembre de 1973 debió irse a Argentina como exiliado. Allí estuvo hasta el 76, cuando otro golpe de Estado lo obligó nuevamente a marcharse, esta vez a Dinamarca. En 1983 volvió clandestino, cayó preso en una protesta y a fines de 1984 fue liberado para partir a la entonces República Democrática Alemana, RDA.

Sólo regresó en forma definitiva en 1990, con la democracia ya reinstalada. Los pormenores de su hazaña recién pudieron conocerse luego que la revista Triunfo del diario La Nación, en su edición del 26 de marzo de 2001, rescatara del anonimato a este “campeón olvidado”. Que, sin embargo, sigue olvidado. Porque su sueño de enseñar los secretos del boxeo a niños y jóvenes es una frustración que aún lleva por dentro.

Boletín Estadístico /CHILEDEPORTES
Año 2/Nº 5/Marzo/Abril 2006

viernes, 2 de mayo de 2008

Boxeo en Chile

Las peleas de box habrían comenzado en 1896 al interior del Círculo Coronel Urriola, centro social y deportivo de Valparaíso.

Cada noche, Juan Budinich, precursor de estos duelos en Chile y en Cuba, se reunía allí con los aficionados a intercambiar golpes. Las prácticas se transformaban en verdaderas batallas campales y terminaban en los alrededores del muelle, donde iban los perdedores en busca de revancha.

Otras versiones fijan los comienzos del boxeo alrededor de 1897. Con características más clandestinas eran las exclusivas peleas de los marineros de barcos cargueros ingleses, quienes por una paga modesta aceptaban ir a retos de exhibición en salas disimuladas a los ojos de la policía.

Budinich fue el primer chileno que se inició en el boxeo. Su primer sparring fue el famoso James Corbett, campeón en Estados Unidos. De vuelta a Chile, ganó fama en Valparaíso con sus lecciones y exhibiciones.

De Valparaíso a Santiago, el boxeo estaba a un paso. Quienes habían presenciado las peleas en el puerto, pronto hicieron lo posible para llevar la novedad a la capital. Así, en 1899, se fundó en Santiago el primer club. Estaba situado en el subterráneo del Hotel Melossi, cerca de la Estación Central y sus promotores fueron los hermanos Walker, el atleta Alfredo Betteley Melossi y el inglés Joe Daly, quien aportó sus conocimientos técnicos.

La presencia de los primeros profesores de boxeo fue fundamental en la difusión de este deporte. Aparte de Budinich, Daly y Perry, estuvieron Amadeo Pellegrini, instructor de lucha grecorromana y cultura física en la policía de Santiago, y el “Maestro” Concha, que enseñaba en la Cuarta Comisaría.

El progreso pugilístico de fines de 1910 también se debió al apoyo de benefactores de alta posición social, además de los profesores y empresarios del ring y otros aficionados que ayudaron a la difusión y organización del boxeo.

Nombres como Felipe Zúñiga y Benjamín Tallman fueron importantes en este sentido.

Entre apenas 1905 y 1910, desde el Frontón de Pelota de calle Arturo Prat con Alonso Ovalle (donde debutó Heriberto Rojas, primer campeón chileno), hasta el ring de la Pila del Ganso, los cuadriláteros se multiplicaron y enclavaron en no menos de quince puntos de la capital, entre pistas de circo, teatros y gimnasios.

El escenario más importante del boxeo santiaguino fue el Hippodrome Circo, que perteneció a la Cooperativa Vitalicia y estuvo en calle Artesanos esquina Avenida La Paz.

viernes, 4 de abril de 2008

El “bombardero” de Godoy

Oriundo de Caleta Buena, bueno para nadar. Le gustaba el mar del norte, las escapadas de treinta y cinco kilómetros a Iquique con sus amigos. Soñaba con salir de la pobreza, de sacar de la miseria a su madre doña Vicentina Urbina de Godoy y a sus hermanos. El hogar era mínimo. El padre, Arturo Godoy llegaba a la pampa, a veces con algún dinero. Unas semanas de pescador y luego, se iba por meses, a vagos trabajos, a exploraciones. Mientras tanto el niño Arturo trabajaba como mariscador, y le daba fuerte a los remos, levantaba redes, recogía espinales, haciéndose mayor entre los pescadores y en las tardes nadaba.

Cuando cumplió los dieciocho años ingresó al regimiento Carampangue en Iquique. El atleta llamó la atención de un oficial. Incansable en el trote, inalcanzable en la natación, buceador de largo aliento y boxeador que derrotaba al más pintado de sus oponentes. “Prueba con los guantes. Tú puedes llegar a ser un buen peso completo”- le sugirió, comenzando a entrenarlo.

Muy pronto viajaría a Santiago como aficionado a pelear al Campeonato Nacional de Boxeo donde fácilmente logró el título de campeón de Chile en la categoría medio pesado. Sólo tenía dieciocho años. En esa época conoce a Luis Bouey, el manager del Tani Loayza, quien se estusiasma con Godoy.

Paso a paso iba ascendiendo, perfeccionando su técnica. El muchacho es obediente, aprende rápido. Al poco tiempo se va a Cuba. No tiene rivales en Chile. De La Habana, a Tampa, a Miami. Van cayendo boxeadores en Chile y en el extranjero. Ya es todo un ídolo nacional. En 1936 debuta en el Madison Square Garden. Empata con Al Ettore y luego idéntico resultado con Leroy Haynes. La noche en que derrota por Knock-out a Jack Ropper muere su gran amigo y conductor técnico Louis Bouey. Se pone en las manos de Lou Brix. Vence a Otis Thomas, a Art Sykes. Ya tiene 24 años y está entre los grandes. Enfrenta a Tony Galento, “el cervecero Galento” que había tirado con su derecha de miedo a la lona nada menos que a Joe Louis. Godoy lo derrota por puntos.

Luego de unos meses vuelve a Sudamérica y vence a Ans Birkie y a Alberto Lowell. Con este triunfo se convierte en campeón de los pesos pesados del continente. Y ya estaba listo para enfrentar a Joe Louis.

El 9 de febrero de 1940, en el Madison Square Garden de New York fue el combate. Godoy tenía 28 años. “ Esa noche hacíamos fuerza. Godoy caía y volvía a caer a la lona. Se incorporaba, iba hacia el negro, la multitud rugía enardecida. Godoy con la cara sanguinolenta, hinchada, tirando sus manos a ciegas, cae de nuevo, sigue Godoy, vuelve al combate, transcurren los rounds, hay que detener la pelea, no ¡arriba Godoy! ¡arriba Iquique! ¡arriba Chile! Suena la campana final. Gana Joe Louis...Es un triunfo de todas maneras. Nunca un boxeador chileno había llegado tan lejos.

El 20 de junio de ese mismo año, Godoy va por la revancha en el Yankee Stadium. Pero ya no fue lo mismo. Godoy ha descuidado su entrenamiento, está gordo. Animoso, sí. Pero nada puede contra un Louis en sus plenos poderes. “El bombardero de Detroit” lo bombardea hasta casi destruirlo. En el octavo round Godoy cae cinco veces. Es el fin de una ilusión.

lunes, 24 de marzo de 2008

La familia Loayza: De tal tío tales boxeadores

En el Iquique popular, el profundo, ciertos apellidos resuenan más que otros. Llevar el apellido Prieto, Gárate, Godoy, remiten, entre otros más, a la patria deportiva. En este caso, al box. Sobresalen los Loayza. Y como no, si la figura es el Tani Loayza.

Constituyen una dinastía en el mundo del boxeo. Son los Loayza. Para más remate son zurdos. El primero fue el Tani, luego Humberto y años después Mario y Rubén. Llamarse Loayza en Iquique tiene sus bemoles. Se le exige cierta entereza y cierto compromiso. Ser sobrino del Tani no es cosa fácil. "Más duro que el Tani" era el escudo de la familia. La marca registrada de los iquiqueños.

Estanislao Loayza Aguilar (1905-1981), el Tani, fue el primer boxeador chileno, nacido en Iquique, que disputó una corona del mundo, en la categoría de los livianos, el 13 de julio de 1925 en Nueva York. Un desafortunado accidente lo privó de alcanzar la gloria. El Tani fue el tío además de otros tres grandes boxeadores no sólo de Chile sino que también de América Latina. Humberto, Rubén y Mario. Las primeras pelea de Humberto fueron un desastre. El Tani lo defendía diciendo que tenía miedo de perder. Y claro, ser sobrino del gran Tani, no era cosa fácil. Humberto Loayza (21 de diciembre de 1925) participa en las Olimpiadas realizadas en Londres el año 1948. Peleó en el Luna Park, en la década de los 40, una catedral del box. Su pelea con Lausse fue memorable. La revista "Estadio" escribió: "Ahí está Humberto Loayza, siempre honesto, siempre bravo desafiando puños y años con singular entereza, como buen iquiqueño, como hombre hecho a las rudezas del ring". El 26 de enero de 1964 cuelga los guantes.

Rubén y Mario Loayza, aparte de ser sobrinos del Tani y hermanos menores de Humberto, son mellizos. Ambos nacieron el 11 de noviembre de 1939. Ya desde chico, cuando tenía 14 años, por allá por el año 1953, Rubén se clasifica campeón de los hojas en los Guantes de Oro. Su hermano Mario también sale campeón, pero en el peso mínimo. Ambos, además pelearon por las Fuerzas Armadas. Rubén por el Ejército y Mario por la Fuerza Aérea.

El año 1959, Mario Loayza sale Campeón de Chile, por los livianos, y Rubén por los medio-mediano. Ambos en eventos de la Fuerzas Armadas. Además es Vice-Campeón en el Sudamericano de Box de las FF.AA., en 1958 en Buenos Aires. La presencia de Mario Loayza en el box profesional fue corta. El sábado 18 de diciembre de 1965, en San Javier, pelea con Francisco Latapiat y al cuarto asalto le gana por K.O.

El 14 de enero de 1961, Rubén Loayza llega a Iquique para despedirse del box amateur e ingresar al profesional. Pelea con Luis Medina a quien le gana. El día 25 de Abril del año 61, es Campeón Invicto del Latinoamericano de Box en Uruguay. Le gana a David Rubén Meza. En ese torneo, Rubén alternó nada menos que con Ringo Bonavena que recién se iniciaba en el box.

Rubén Loayza peleó en el Africa. Admira como boxeador a su hermano mayor Humberto. Confiesa que el fantasma del Tani lo persigue. Y que no es ventaja llevar e ilustre apellido aquel. La ya clásica revista "¡Estadio!", donde escribe Julio Martínez, en un perfil de Rubén Loayza escribe: "Escuchándolo, uno llega a la conclusión de que tenía que ser boxeador. Por apellido, por ambiente, por imperativo de una tradición añosa, casi diríamos que por mandato familiar. Hablar de Loayza es hablar del "Tani" y su figura eterna en el recuerdo de todos los chilenos. Nació, corrió, por las playas de Iquique, tuvo los primeros entreveros en el colegio y se puso por primera vez los guantes en un hogar donde las fotografías del tío y las proezas del hermanos mayor constituían algo más que un incentivo. Constituían una suerte de orden interior y ejemplo a seguir. Son nueve hermanos y tres han destacado en el pugilismo: Humberto, uno de los noqueadores más celebrados de nuestro boxeo, Mario y Rubén" (Revista Estadio. Nº 1.143. 22 de Abril de 1965).

Rubén Loayza también peleó en Europa. En junio del año 1962 se embarcó al viejo mundo. Regresó el 31 de diciembre a las cuatro de la tarde, justo para celebrar el Año Nuevo. Hizo siete peleas en Europa, y una en Argelia. Ahí peleó con un francés argelino. Loayza dice que le robaron la pelea. De sus peleas en Europa, la que más recuerda fue la que hizo con Domenico Tiberia en Italia. Fue la pelea más encarnizada que ha tenido. También peleó en Barcelona. Ganó dos peleas, empató tres y perdió dos.

Loayza, y no es para menos ostenta los siguientes títulos. Campeón Latinoamericano el año 61 en la capital del Uruguay. Todo ello cuando aún era amateur. Como profesional, obtuvo el viernes 9 de abril de 1965 el título de Campeón de Chile. En Iquique, y esto si que le duele, perdió con Manuel Hernández. Rubén Loayza, el de la dinastía, nos ayudó a acrecentar aún más nuestra fama de campeones. Su tío, El Tani debe estar orgulloso de él.

En Iquique uno se encuentra, a diario, con los mellizos del box. Gente sobria y quitada de bulla. Cuando les comenté a Rubén Loayza que en el libro de Roberto Bolaño "2666" un personaje dice que entre los mejores boxeadores de Chile estaba su tío, el Tani, y ellos, los tres: Humberto, Rubén y Mario, no le dieron ninguna importancia. Y para que si la revista "Estadio" y la memoria deportiva chilena lo tiene alojado en el palco de los recuerdos. En Iquique son autoridades no gubernamentales.

Bernardo Guerrero Jiménez
Octubre 2005
http://www.nuestro.cl/